sábado, 1 de noviembre de 2008

Juana Molina en Madrid

Fue toda una sorpresa, ya no porque fuese la primera vez que la veía en directo, si no porque estar allí me hizo sentir bien por muchas cosas que considero importantes en los conciertos.


Las canciones sonaron muy bien, siempre he dicho que la acústica de esa sala es de las mejores. Era hipnotizante verla grabar ruiditos, voces, sonidos y luego lanzarlos para volver a grabarlos con más voces y más ruiditos y volver a lanzarlos... y crear una canción que parecía nada y se convierte en algo con mil detalles imposibles en un momento.
Junto a ella estaban un bajista y un baterista, pero la mayor parte del concierto se lo guisó y se lo comió ella solita.

Estuvo graciosa (supongo que era lo que se esperaba) y se ganó al público enseguida.


Lo mejor de todo, por lo que considero este concierto por encima de los demás, es por el ambiente, que pienso que creó Juana: justo al apagarse las luces y salir ellos tres, la gente de las primeras filas se fue sentando en el suelo. Antes de empezar, con un tono con el que no le podrías negar nada, pidió por favor que los fumadores se aguantasen un poquito y no fumaran durante el concierto (¡gracias!), a lo que la gran mayoría hizo caso, excepto algun despistado de las últimas filas. Y lo más sorprendente, no se oyó ni un solo murmullo durante todo el concierto, ni uno solo.



El que haya ido a Moby Dick a algún concierto sabe que una característica suya es que al fondo de la sala se reunen una cantidad importante de personas que beben, gritan y rien sin parar, que no tienen el más mínimo interés por lo que ocurre en la otra punta, ni el más mínimo respeto ni por el que está encima del escenario, ni por los que han pagado y desean escuchar y disfrutar. Algo que en más de una ocasión ha cabreado al grupo/cantante, y que siempre siempre me ha cabreado a mí y a buena parte del público. Lo más que llegó a oirse fue la puerta del baño chirriar al abrirse o cerrarse.

Esta vez Moby Dick entera escuchaba en silencio a Juana Molina, y respiraba ondo su música.

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